Autocompasión contra el coronavirus

En estos tiempos de tremenda zozobra, asolados por la pandemia, necesitamos algo a lo qué sujetarnos, algo a lo que aferrarnos. A las 15 Herramientas emocionales contra el coronavirus que te ofrecía en un post anterior, añado hoy quizá la más valiosa, el concepto budista Metta: La compasión dirigida hacia nuestro propio dolor.

Hemos de tener en cuenta que esto que estamos viviendo es una situación absolutamente excepcional , completamente nueva, que borra de un plumazo todo lo conocido. Estamos inmersos en la incertidumbre. 

Dice el afamado coach Tim Robins que la calidad de tu vida depende del nivel de incertidumbre que eres capaz de soportar.

Bueno, pues eso explica que millones de personas no tengamos la mejor calidad de vida ahora mismo.

Porque el ser humano busca la seguridad (es una de las necesidades humanas básicas) y eso ahora resulta agotador.

Afortunadamente, hay una herramienta fundamental, poderosísima, un concepto sanador que abrazar e integrar en estos días especialmente y para el resto de nuestra vida: La autocompasión.

Primero hay que clarificar que la autocompasión en occidente, especialmente en España (y por ende en países de habla hispana) está mal entendida. Se tiene un concepto muy negativo de la autocompasión. Lo identificamos con regodearse en el dolor, o ser excesivamente autoindulgentes, creemos que es abandonarse al no hacer nada para salir del sufrimiento,  sino quedarse contemplándonos a nosotros mismos en ese estado de víctima quejumbrosa. Nada más lejos del verdadero significado del concepto budista Metta, traducido por autocompasión al no haber un término más adecuado.

La práctica de la autocompasión fue  introducida en España por Marta Alonso y Vicente Simón  hará unos quince años, y yo estoy aprendiendo sobre ella de la mano de mi  querida Bea Alvarez, (Aquí comparto sus enseñanzas en el seminario sobre autocompasión que dio en Pasesenergéticos)

La autocompasión significa en realidad estar de nuestro lado incondicionalmente, sin fisuras ante cualquier dificultad, conflicto o dolor, siendo nuestros mejores amigos, o mejor aún, siendo nuestra propia madre cuando nuestro niño interior está sufriendo. Y lo más importante: La autocompasión bien entendida es la que te lleva a tomar acción, a ofrecernos ayuda activa.

La autocompasión está relacionada con la atención plena y con activar una voz maravillosa que vive en ti: La voz cuidadora.  Cuando sientas dolor, pregúntale a esa voz amable ¿Qué podemos hacer para que me sienta mejor? Y cuando encuentres las respuestas, comprométete a tomar acción. Esa sería una diferencia clave entre autocompasión y autoindulgencia.

Frente a las emociones desagradables que nos trae el coronavirus: Ansiedad, nerviosismo, preocupación excesiva, pensamientos negativos o depresivos, irritabilidad, ira, desgana, apatía, falta de motivación, miedo paralizante, tristeza, resistencia, no aceptación, lo mejor que podemos utilizar es la autocompasión.

Aplicar la autocompasión en tres sencillos pasos siguiendo las enseñanzas de la experta Christine Neff (vídeo):

1. Dedicarle atención plena al dolor. Ese es el primer paso , no negar, no huir, no esconder, no anestesiar. Aceptar que sentimos dolor.

Debido al covid-19, incluso los que estamos sanos y no hemos perdido seres queridos, estamos viviendo un duelo por nuestra vida anterior a la pandemia que no sabemos si volverá a ser igual algún día. 

Como duelo que es traerá consigo una montaña rusa de emociones. Habrá días que estés fuerte, animado, activo y otros en cambio te vendrás abajo. Es imposible mantenerse constantemente positivo en esta difícil situación de larga duración y final incierto. Por tanto, ¡no te lo exijas! Permítete  estar triste, asustado, deprimido, sentirte solo, desconectado, tener ansiedad, temer por tu vida o la de tu familia, etc.

Aunque escribo aquí para facilitar herramientas y conceptos que nos ayuden a tener el ánimo alto durante este confinamiento (y lo que dure la pandemia), creo que es fundamental reconocer la crudeza de la situación y no minimizarla ni fingir que esto es genial. Del mismo modo que no es nada recomendable empaparse constantemente de noticias pesimistas y  aterradoras también es inteligente desvincularse de esa falacia de felicidad y diversión durante el confinamiento que contamina todas las redes sociales. Sobre este tema tiene un vídeo estupendo un médico, Juan Toral.

Normalicemos las emociones desagradables y no sólo las que se muestran en redes. No somos de piedra, es imposible permanecer impasible ante lo que está sucediendo a nuestro alrededor, a nivel mundial. Se trata de reconocer nuestras emociones con franqueza y autenticidad.

Ser sinceros y atrevernos a sentir nuestro dolor es lo primero que necesitamos para salir de él.

2. Ver que no estamos solos,el dolor  es universal y compartido con todos los seres humanos. Hoy más que nunca resulta fácil entender este paso. El coronavirus está por todo el globo y como humanos que somos sus habitantes, compartimos alma y emociones.

Podemos decirnos, recordarnos que estamos juntos en nuestra lucha y en nuestro padecimiento, que no estamos solos, que no somos los únicos a los que les afecta esta situación. Podemos reconocernos que la situación es difícil. Este simple hecho trae alivio.

3. Amabilidad y Ayuda activa

«Que yo sea amable

que yo sepa perdonarme

que yo sepa apoyarme».

Ponemos nuestra manos en el corazón o en otro lugar reconfortante. En este paso, cada uno de nosotros tiene que encontrar sus propias palabras, su propio diálogo interno. Puedes ayudarte pensando qué le dirías a alguien que amas que estuviese pasando por lo mismo que tú.

Y finalmente, además de las palabras tranquilizadoras y amables, ¿qué puedes hacer por ti? , ¿puedes tomar alguna acción que te lleve a sentirte mejor?

Puede que necesites un descanso, quizá tumbarte en el sofá, meditar, dormir, pedir un abrazo, dártelo tú si vives solo, puedes permitirte llorar si lo necesitas, escuchar algún audio relajante o inspirador según tu demanda interna.  Tal vez quieras  escribir para vaciar tu alma y entenderte mejor, poner música, pintar, coser, cocinar sano, hacer ejercicio, etc. Lo que sea que a ti te haga sentir bien. 

Sobre todo, no tengas miedo de parar y darte lo que necesitas.

Si nos sabemos recoger a nosotros mismos cuando caemos, sanaremos y pronto recuperaremos nuestros niveles de energía para volver a ser parte de la solución.

En tiempos difíciles, vigila la autoexigencia

Muchos tememos caer en la autoindulgencia y ser demasiado permisivos y abandonarnos. Tenemos grabado un modelo educativo de esfuerzo máximo sin escucha de las necesidades, un modelo que te hace creer que el descanso o el autocuidado son debilidades que no permitirán sacar tu mayor rendimiento y te llevarán a fracasar. Sin embargo, es todo lo contrario:

Los campos más fértiles también necesitan barbecho.

Si puedes, cuando atravieses una dificultad, deja a un lado horarios y rutinas enfocados a la productividad (no me refiero a los del ámbito laboral, sino a los de tu autoexigencia) y cuídate. Tal vez no te sea posible en ese momento porque tienes cosas urgentes que sacar adelante, prométete entonces que en cuanto puedas atenderás tus necesidades, realizando las acciones apropiadas para sentirte mejor, porque te quieres y tú eres lo más importante. Sólo saber que te vas a cuidar  te calmará y aliviará, aunque por circunstancias externas ese cuidado haya de ser pospuesto.

Tiempo de contracción

La sociedad (mundial) está ahora en un momento de contracción. Nosotros en nuestra mayoría, lo natural, es que también lo estemos. Vayamos con el flujo natural de los acontecimientos (go with the flow), ¿por qué forzarnos a hacer lo que ahora mismo nuestro cuerpo y alma no está preparado para hacer? Hay un momento para cada cosa.  Mi maestro Tommy Rosen explicó perfectamente este concepto de contracción y expansión . Ya llegará el tiempo de expansión. Mientras, reservemos nuestra energía para estar fuertes y vibrar alto, para mantenernos lo mejor posible y estar listos para lo que venga.

Quizá ahora no es momento (siempre que no sea estrictamente necesario por trabajo) de forzarse a madrugar en exceso o de llevar las rutinas que nos habíamos pautado cuando nos encontrábamos bien. No son momentos para obligarse a estar expansivo, para trabajar más duro de lo exigido o para emprender algo nuevo que requiera mucha energía.

Conclusiones

La autocompasión es lo más potente que podemos usar en el confinamiento por el coronavirus. A veces te funcionará y otras seguirás con tu dolor y tu ansiedad a cuestas, por eso es importante especificar que  PORQUE sufrimos, somos autocompasivos, no PARA dejar de sufrir. Si únicamente fuésemos autocompasivos con el fin de eliminar el sufrimiento,  cuando no consigamos ese objetivo de forma inmediata podríamos frustrarnos y tener la tentación de abandonar y volver a la autoexigencia. Sin embargo la autocompasión como actitud integrada es inagotable y nunca te abandona. Es incondicional, pase lo que pase, estás ahí para ti.

Recuerda que durante la pandemia, habrá días que sigas tus horarios y rutinas, que bailes y hagas ejercicio, que rías fuerte y hables con familiares y amigos , y puede que haya días complicados, de miedo y ansiedad, y necesites dormir más, tomártelo con calma, envolver suavemente tu alma y dejarlo estar.

Y todo ello está bien. En cada uno de esos momentos, ámate. Y si tienes viejos patrones de amor hacia ti misma condicionados a tus logros, entonces, ámate más cuando creas que menos lo merezcas, porque será cuando más lo necesites.

Desde este blog yo te digo que SIEMPRE mereces amor. Eres perfecta tal y como eres. Estás llevando esta situación increíblemente bien. Esto es difícil. Estamos en esto juntos. No estamos solos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *