Cara a cara con la muerte, imposible proteger a los que amamos.

Lejos de la familia, en otro país, una llamada de teléfono a una hora inesperada ya hace que algo desafine en tu interior.
Mi padre se enfrentaba a un aviso serio por parte de su enorme y generoso corazón. El viaje en avión, cogido de súbito, sin preparar maletas, se hace denso y angustioso como no se puede expresar.
Ya hemos estado cara a cara con la muerte, pero por conocida no resulta menos impresionante. Esa posibilidad de que la coincidencia en este plano acabe, ese cruzar la frontera final, ese no poder volver a vernos ni a tocarnos resulta aterrador. Inermes frente a la muerte, desnudos con nuestro amor.
Esta vez solo ha rondado nuestra familia, hemos visto la proyección de su larga sombra sobre nuestra casa, pero no era la hora de que entrase y nos visitase de nuevo.
Nadie muere antes de que le haya llegado su hora.


A veces nos gusta creer que controlamos nuestro destino, que nos cuidamos, que no nos exponemos a peligros, que somos positivos y vivimos del lado de la luz y del bien, que entonces estamos generando un «buen karma» que dicen por ahí y eso nos librará de todas las desgracias. Según esas leyes que algunos pregonan sin conocimiento, la vida te devuelve lo que tú le das. En fin, permítanme discrepar, al menos de ese concepto malentendido de karma que está tan extendido en occidente y que se usa hasta la saciedad en miles de páginas de pensamiento positivo y desarrollo personal. Profundizando y leyendo los textos adecuados se ve que el karma dista mucho de esa idea simplona.
Cuando ves morir a un hijo te preguntas ¿Qué habré hecho yo tan malo en esta vida como para merecer esto? Pero entonces no tienes más que encender la televisión o abrir un periódico, ¿Qué han hecho todas las víctimas de las guerras, accidentes, enfermedades, atentados y violencia de todo tipo? ¿A caso están pagando un mal que cometieron? No, al menos no por nada que hayan hecho conscientemente en esta existencia. Dejemos a un lado filosofías orientales que aún nos son lejanas.
Si algún día te preguntas por qué a mí, respóndete por qué no.
Nada  protege frente a la muerte. Ni siquiera el amor.

Esa idea me sigue torturando, ha vuelto a mí estos días, al vislumbrar la posibilidad de perder a mi padre, al que tantísimo quiero y al que estoy increíblemente unida. Mi amor no podría evitar un desenlace fatal. No está en nuestras manos.
Nada de lo importante de la vida lo está y como ecos dolorosos regresaron las conversaciones con Olivia y grandes lágrimas arrasaron mi rostro mientras daba un paseo con Violeta, sin poder reprimirlas a pesar de estar en plena calle…

«No pude protegerte, Olivia. Todo mi, nuestro amor, no bastó. Las energías positivas, el diario de embarazo escrito para cuando tu fueras mayor, las estrellas de la buena suerte, las canciones creadas para ti, la atmósfera cálida y protectora que creé para ti resultó no serlo tanto.
Pérdoname, Olivia. Cuando algo iba mal y ya se sabía, cuando rompieron la bolsa y había meconio, cuando nos metieron en quirófano y todo eran prisas a nuestro alrededor por sacarte, cuando las piernas me temblaban literalmente de miedo, yo me convertí de golpe en MADRE. Hice un espacio para nosotras, sin dejar que me cohibiese lo que nos rodeaba, te acaricié a través de la tripita y te dije «No tengas miedo, Olivia, mamá te quiere mucho y todo va a salir bien. A lo mejor tienen que llevarte a la UCI y tenemos que estar un poco separadas, como le pasó a la prima Laura, pero mira ahora que bien está. Pues a ti te pasará igual y pronto volveremos a estar juntas. Te quiero mucho, bebé, no va a pasar nada malo»
Perdóname, Olivia. No pude protegerte, no pude cumplir con mi palabra. No tengo armas frente a la muerte.»

Nada  protege frente a la muerte. Ni siquiera el amor. Pero el amor es lo único que la vence, aunque no en este plano físico.

imagen de http://www.la-oracion.com/prueba/item/2461-como-orar-al-amanecer.html

Muerte, entiendo que cumples tu misteriosa función que es de ese modo y de ningún otro puede ser. Muerte, te llevas tanto… pero lo que a lo mejor no sabes es que siempre se queda mucho más de lo que se va.

 

11 comentarios

  1. Qué mal escribo! (icono de risas) No le ha llegado la hora, afortunadamente, ha sido un susto, pero aunque ha rondado la casa no ha entrado a visitarnos la muerte. Es sólo que esa posibilidad me ha traído duros recuerdos y temor de perder a los que amamos. Mi padre se está recuperando bien, tiene estrella! Besos, Jess

  2. Ayyy alicia….te juro que siento una gran conexion con vos y con lo que escribis…
    Cuantas veces me habre preguntado porque me paso esto…si yo hice todo bien…me cuide…la quise…y la respuesta a la que he llegado es la misma que la tuya…no tiene nada que ver las cosas malas que nos pasan con nuestras virtudes…pasan y pasan
    sino pensar que los niños abusados o abandonados o la gente torturada o que sufre mil penurias les pasa porque son malas personas? que horror agregar a su sufrimiento encima nuestro juicio de valor de se lo merecen.
    y yo realmente creo que todos tenemos un tiempo, y cuando nos llega no hay absolutamente nada que podamos hacer para evitarlo
    mil gracias x escribir. me hace muy bien leerte
    un beso

  3. Hola Carol,la conexión es mutua. Yo no creía en el destino, pero ahora tengo la sensación profunda de que nuestro momento esta marcado y nadie se va antes de tiempo, sino cuando así ha de ser aunque no lo podamos comprender. Y de la culpa, qué decir? Que de años sintiendo el peso de la religión en nuestra sociedad, que incluso los que no somos religiosos como yo, frente a una fuerte desgracia pensamos en un "castigo de dios" y miramos atràs buscando qué hicimos. Pero hay que liberarse de esas ideas y abrazar la vida. Un besote

  4. Estoy sobrecogida, tanto dolor, tanto sufrimiento que las personas soportan…lo único que nos queda es mirar la belleza a nuestro alrededor todo lo que podamos. Abrazo gigante familia

  5. Me alegro de que "sólo" quedara en un susto.
    Yo creo que las cosas suceden porque así debe ser aunque nosotros no alcancemos a comprender el por qué. Hay muchas cosas injustas en esta vida y no todo el sufrimiento se debe a algo que hicimos mal. Creo yo…
    Un abrazo fuerte.

    1. Hola expatriada! Disculpa la tardanza de la respuesta.Gracias por tu palabras, yo pienso como tú, pero qué difícil aceptar lo injusto sin comprender el porqué. Afortunadamente esta vez es sólo un susto. Un abrazo tan fuerte que se sienta en Alemania. Volverás a España por Navidad?

  6. Gracias, Sisi, he visto tu blog. Siento mucho que Marco no esté físicamente con vosotros. Me parece muy importante que puedas escribir sobre ello y dar rienda suelta a tus sentimientos. Un abrazo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *