Mi biblioteca personal de duelo. Planeta Olivia

Escribir este blog, ¿por qué?

Porque cuando yo estaba sola en casa, perdida en mi dolor, no tenía fuerza ni ganas para ir a una biblioteca, ni a una librería, ni a un psicólogo, ni a un grupo de ayuda.  Y sin embargo, buscaba esa ayuda. En la intimidad del hogar, tecleé en google » muerte perinatal» y me sorprendió lo poco que había. Aunque lo que hallé me sirvió,y mucho, por ejemplo la página de Umamanita (en otra entrada explicaré cómo nos ha ayudado esta asociación), lo cierto es que necesitaba experiencias en primera persona, padres que hubieran sufrido lo mismo y contasen sus sensaciones, sentimientos, pensamientos, buenos y malos, sin censura, sin consejos de profesional y aún no estaba preparada para ninguna interacción. Eran momentos de mucha introspección y soledad elegida, para trabajar intensamente mis emociones.

Lo primero que me ayudó fue leer en internet las fases del duelo de la Dra Elisabeth Kübler-Ross 
y comprender que lo que sentíamos, las fases que atravesábamos, eran completamente normales.
Muchos meses después, una amiga me dejó dos libros de esta gran doctora. Muy interesantes. Describe y analiza el duelo y también plantea qué hay más allá de la muerte. Si no se cree en la vida después de la muerte,  es útil igualmente  porque consuela leer los testimonios de experiencias cercanas a la muerte, NDE, que  explican que aquellos que están abandonando este mundo no sufren ni se angustian sino que sienten una inmensa paz y felicidad. La doctora Kübler-Ross fue pionera en el campo de acompañamiento a los moribundos y sembró las semillas de los cuidados paliativos. Su experiencia y aportaciones son mundialmente reconocidas.
La muerte, un amanecer y Sobre el duelo y el dolor

 

Relacionado con las experiencias cercanas a la muerte y el más allá, una amiga nos hizo llegar desde Noruega  Proof of Heaven del Dr Eben Alexander, en español fue traducido como Prueba del cielo y cuenta las experiencias de un neurocirujano durante su  » muerte cerebral» causada por una meningitis. Cuando se planteaban desconectarlo y dejarlo ir, tuvo una recuperación milagrosa. A este testimonio de experiencia cercana a la muerte hay que darle el valor de estar narrado por un hombre de ciencia.

Pero mucho antes de los libros, lo primero que leí junto con las fases del duelo, en esos días casi inmediatos a la pérdida, fueron dos blogs, que aunque no hablan concretamente sobre la muerte del recién nacido, hablan de la muerte de un hijo. La identificación es inmediata. Me encontré acompañada y reconfortada en mi dolor.
El blog de Mercè Castro Puig y el de Pedro Alcalá.
Elegí estos blogs porque su planteamiento es más parecido a lo que yo personalmente necesitaba.
Algo escrito desde el corazón y alejado de temas religiosos. Sé que el consuelo que ofrece la religión a personas que viven su fe muy intensamente es una herramienta muy poderosa, pero cada uno ha de buscar la suya, la que le valga y le sea útil y por eso este camino es único y yo hablo aquí del mío.

Especialmente el blog de Mercè Castro arrojó un poco de luz sobre mi oscuridad y un tiempo después adquirí uno de sus  libros, Palabras que consuelan.
Sí consuelan y ayudan. Gracias a los que comparten su dolor y su camino hacia la recuperación.

Otro blog de padres en duelo que me ayudó es https://calcetinesdelreves.wordpress.com/. Está muy trabajado y aborda diversos e interesantes temas, terapias, búsquedas, lecturas, etc. Su hijo falleció en los atentados de Madrid del 11 de Marzo de 2004, algo que nos toca tan de cerca.

Incluso antes de salir del hospital, mi suegra me habló de  El poder del ahora de Ekhart Tolle y muy pronto comencé su lectura. Es de gran ayuda para todos en general, no sólo para el duelo.
Poco después, compré Practicando el poder del ahora porque es más directo y conciso. Trata en cierto sentido de practicar la atención plena, el mindfulness , de estar aquí y ahora, de detener el incesante parloteo de la mente, de no crear un muro de resistencia contra la desgracia que nos esté sucediendo, sino permitir que nos atraviese y fluya. También dice que no morimos en realidad, que morimos físicamente, pero que lo que realmente somos siempre fue y siempre será. Hace acopio de muchas disciplinas y corrientes anteriores a él, no es que invente algo nuevo, pero es un buen canalizador y divulgador de las mismas. De ahí su enorme éxito.

En consonancia con este último, encontré por casualidad , (curiosas coincidencias que van haciendo un camino) en una feria del libro antiguo, una de las primeras salidas que fuimos capaces de hacer, este curiosísimo ejemplar, que en fábulas viene a contarnos que sólo existe el presente y que el mundo físico es ilusorio, que nada muere… exactamente lo mismo que el anterior. Sabiduría trascendental de Wei Wu Wei (Terence Grey)

Y en esa misma feria encontré El jardín del profeta ,leí hace tiempo El profeta y en nuestra boda se leyó un poema de  Gibrán Khalil Gibrán, de modo que conocía el estilo único, delicado y bálsamico de este autor y eso fue esta pequeña obra, un bálsamo para las heridas y una invitación a buscar, a ahondar en nuestra alma.

Si hablamos de pequeñas grandes obras absolutamente deliciosas que envuelven nuestro corazón y le reconfortan y abren nuestros ojos a significados ocultos de la realidad, tengo que hablar del El principito de Antoine de Saint-Exupéry. Una de esas noches terribles de dolor, en la que no podía dormir, me fui al sofa y me encontré con el librillo querido, que me acompañó en las largas horas de la madrugada y me curó un poco.

Curación. No hay curación posible en el duelo sin librarse de la culpa y el ¿por qué a mí?Sobre este tema, nada me ha ayudado tanto como el amor de mi familia y este libro:Cuando a la gente buena le pasan cosas malas de Harold S. Kushner, un rabino que pierde a su hijo y tiene que recomponer todo su sistema de creencias para «comprender» a dios. Realmente fantástico para hacer las paces con el universo.

Un libro que me ha acompañado hasta hoy y del que hablan muchas personas
que han sufrido la muerte de un ser querido es El libro tibetano de la
vida y la muerte,
de Sogyal Rimpoché. Me he sentido muy bien leyendo estas páginas. Preferí este libro en lugar de El libro tibetano de los muertos, también muy citado, porque este enseña también a vivir  además de a morir y a acompañar a la persona que se está yendo. Inevitablemente, al tratar  este último tema, habla de la doctora Elisabeth Kübler-Ross, como si cerrásemos un ciclo.


Si  has sufrido una pérdida durante el embarazo, en cualquier punto de la gestación, o tu bebé tuvo una muerte uterina, creo que La cuna vacía de M.Ángels Claramunt, Mónica Álvarez, Rosa Jové y Emilio Santos sería una lectura recomendable. Da la dignidad merecida a la perdida gestacional, que tanto se silencia y a la que se le resta importancia, lo que provoca  un mayor dolor a las madres que no ven reconocida su pérdida ni obtienen el «permiso social» para elaborar su duelo.

Para finalizar, sobre el duelo en general, los duelos de la vida ante diferentes pérdidas no sólo la de la muerte de un ser querido, me recomendaron El camino de las lágrimas de Jorge Bucay.

Sólo he leído las partes que hablan del duelo por muerte de un ser querido, lo que precisaba en ese momento. Después he leído también muchos cuentos de este autor.
Me quedo con este fragmento del libro, sobre dolor y sufrimiento, que me parece muy revelador:

 

El desvío (del dolor) hacia el sufrimiento en
cambio, es la decisión de no seguir avanzando. Es una especie de pacto con la
realidad que conjuga un mayor dolor ante la posibilidad de tener que soltar lo
perdido y mi deseo de no soltarlo nunca. Y entonces nos detenemos y nos
apegamos a lo que se fue, instalándonos en el lugar del sufrimiento. Sufrir es
cronificar el dolor. Es transformar un momento en un estado, es apegarse al
recuerdo de  lo que lloro, para no dejar
de llorarlo, para no olvidarlo, para no renunciar a eso, para no soltarlo
aunque el precio sea mi sufrimiento, una misteriosa lealtad con los ausentes.

 

 

En este sentido el sufrimiento siempre
es enfermo. Es como volverse adicto al malestar, es como evitar lo peor
eligiendo lo peor.

 

 

El sufrimiento es racional aunque no
sea inteligente, induce a la parálisis, es estruendoso, exhibicionista, quiere permanecer
y necesita testigos.

 

 

El dolor en cambio es silencioso ,
solitario, implica aceptación, estar en contacto con lo que sentimos, con la
carencia y con el vacío que dejó lo ausente.

 

 

El sufrimiento pregunta por qué aunque
sabe que ninguna respuesta lo conformará, para el dolor en cambio se acabaron
las preguntas.

 

 

El proceso de duelo siempre nos deja
solos, impotentes, descentrados y responsables, pero sobre todo tristes.

 

 

El dolor conecta con un sentimiento:
la tristeza. Una emoción normal y saludable, aunque displacentera, porque
significa extrañar lo perdido.

 

 

Aunque la tristeza puede generar una
crisis, permite luego que uno vuelva a estar completo, que suceda el cambio,
que la vida continúe en todo su esplendor.

 

 

La más importante diferencia entre uno
y otro es que el dolor siempre tiene un final, en cambio el sufrimiento podría
no terminar nunca.

 

La manera en que podría perpetuarse es desembocando
en una enfermedad llamada comúnmente depresión.

Espero que alguna de estas lecturas sirva para reconfortaros, aunque sea minimamente.

Elige vivir, compañero de duelo. Elige conscientemente volver a la vida. Tómate tu tiempo, tanto como necesites, pero no te apartes de la vida. No dejes que tu dolor se haga patológico y que tu duelo sano, tu lógica tristeza, se transforme en depresión.

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