Alegato a favor de las mujeres. Planeta de Olivia y Violeta.

No hay peor machismo que el de la propia mujer. Estoy cansada de escuchar en bocas femeninas frases como «Las tías somos peores que los tíos, somos más malas, más retorcidas» u otras del estilo «Esta familia se llevaba muy bien hasta que se metieron las mujeres por medio», «No hay peor jefe que una mujer, son peores que los hombres», etc.

Estoy cansada de esa pesada carga que llevamos sobre nuestras cabezas, de ese estigma que muchas mujeres se complacen en perpetuar.

La mujer ha tenido durante años una poderosa arma para acabar con el machismo imperante y es la educación de los hijos, que tradicionalmente quedaba en sus manos. Sin embargo, a pesar de este poder, no ha sabido aprovecharlo, en siglos anteriores y en determinadas culturas actuales la mujer no usa esa herramienta por miedo, por desconocimiento. Pero ¿por qué continuar así hoy si en la sociedad occidental supuestamente somos libres e iguales?
En muchas ocasiones sigue siendo la propia mujer la que entrega a la siguiente generación el testigo de los roles establecidos, por ejemplo educando de forma distinta a sus hijos dependiendo de si son niño o niña, esperando de ellos distintos comportamientos y obligándoles a relizar tareas diferentes.

Me molesta que no se alcen más voces defendiendo nuestros valores como mujeres sin tener por ello que adoptar una posición feminista radical.
Vaya por delante que los hombres de mi vida (mi padre y mi marido) son modelos maravillosos de respeto y amor hacia la mujer y por ello nunca he necesitado hacerme valer con un discurso agresivo pues no he sentido la opresión del modelo patriarcal en mi celula familiar, pero sí lo observo en la sociedad y me llama especialmente la atención cuando son las mujeres quienes asumen su etiqueta negativa y actúan de acuerdo con ella.
No voy a hablar aquí del mercado laboral, de las diferencias salariales, de la dificultad de conciliar la maternidad con el trabajo, ni de cómo es posible que profesiones como cocinero o modisto, absolutamente relacionadas con el rol tradicional de la mujer, estén o hayan estado hasta hace muy poco tiempo totalmente dominadas por hombres. Estas serias cuestiones las dejo a expertos en la materia.  Mi intención aquí es solo romper una lanza a favor de la mujer en lo sencillo, en lo cotidiano, en lo que más cerca tenemos. Despertar conciencias y proponer otra mirada. Dar la vuelta a esa visión negativa de la mujer.

¿Es la mujer más retorcida? No. sencillamente tiene una óptica más amplia, observa cada detalle y acumula esa información, por eso no le pasan por alto aspectos que un hombre no advierte. Además, la mujer es más intuitiva y «ve venir» muchas situaciones antes de que se produzcan. Si valorasemos esto como un don en vez de como un obstáculo, si los hombres aprendiesen a escuchar y confiar más en lugar de contestar a las observaciones de la mujer con un «Ya estás con tus cosas, como sois las mujeres» aunque después tengan que terminar dándole la razón, creo que aportaríamos un gran valor.

¿Es mala la mujer y separa familias y amigos? No, no y no. Muy al contrario la mujer sirve de tegumento en la sociedad a gran y a pequeña escala.  Salvo excepciones, (como mi propio padre), las que recuerdan los cumpleaños de cada miembro de la familia, las fechas importantes, quién ha ido al médico, cuándo y porqué y se encargan de llamarlos y fomentar así el vínculo entre la familia son las mujeres. Las que hacen noche en los hospitales cuidando de familiares y amigos enfermos, suelen ser las mujeres. Las que te traen un regalo, te escriben una carta, te reconfortan y encuentran el gesto y la palabra adecuada, de nuevo son, en su mayoría, mujeres.

La mujer domina la palabra y la escucha, sabe expresar sus sentimientos y presta su atención a los problemas de los demás sin intentar resolverlos con premura, como suelen hacer los hombres. A veces la mujer solo quiere ser escuchada, hablar.
La mujer ha sido un ser social siempre, se unía a otras mujeres de forma natural, para realizar tareas en grupo y amenizar así sus largas jornadas de trabajo. No en vano nos dicen que vamos juntas hasta al baño.
Las mujeres siempre han tenido ese poder de cuidarse entre ellas. Ahora que vuelvo a ser madre creo especialmente necesario que no se pierdan esas redes de apoyo de mujeres. Antes las madres, hermanas, vecinas y amigas de forma natural estaban presentes, cercanas y ayudaban durante el embarazo, el parto y la crianza. Con el cambio social y la movilidad geográfica, la mujer muchas veces se ve sola en el momento más importante y transcendental de su vida, la maternidad. Por eso han surgido desde hace unos años movimientos como la liga de la leche, grupos de apoyo a la lactancia, figuras como las doulas, etc. para continuar esa tradición de apoyo mutuo de las mujeres.

Yo he tenido suerte. Mis padres han estado acompañándome durante el embarazo, puesto que el embarazo tras la pérdida es muy delicado a nivel emocional y mi marido estaba en Dublín, no era muy conveniente que lo pasase sola y después se han quedado ayudándonos tras el parto para que yo me recuperase mejor no ya sólo de la cesárea sino también de la insuficiencia renal. Mi agradecimiento es infinito. Sé que ahora esto, por muchas, está hasta mal visto. Que algunas rechazan a veces la ayuda, que quieren estar solas, ser totalmente independientes. Que se ve como una debilidad o como de «mentalidad antigua» aceptar que tu madre te ayude tras el parto. Yo creo que en gran parte depende de la relación que tengas con tus padres y muy especialemente con tu madre.
Muchas veces una mala relación con la madre afecta a la visión que se tiene de la mujer. He conocido algunos casos en los que las hijas con mala relación con sus madres no tenían apenas amigas y se decían «chicas de chicos», es decir que preferían amigos chicos, porque consideraban conflictiva la relación con las otras mujeres y asociaban a la mujer todas las cualidades negativas que veían en sus madres.
Supongo que porque mi madre es un ángel (al igual que mi padre), la admiración y el amor que siento por ella puedo extrapolarlos a todas las mujeres del mundo. Yo soy claramente una «chica de chicas».

Claro que habrá malas madres y malas mujeres, como también hombres malos hay. Claro que las hay envidiosas, criticonas, taimadas, malas amigas, etc. Pues aléjate de ellas, no te quedes cerca, que te contaminan. Ponte al lado de las muchas mujeres fuertes, nobles, de alma limpia, que comparten generosamente su sabiduría y tejen con sus hábiles manos lazos mágicos de amistad verdadera, de dulce amabilidad y empatía que curan el alma.

Que no te engañen: Las mujeres no son brujas, son hadas.

http://viviendoennuestrocuento.blogspot.com.es/2015/05/resena-todas-las-hadas-del-reino-laura.html

Violeta será una gran mujer.

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