Felices siete leguas
Tan pequeña y tan grande, Olivia, qué lejos has llegado con tus botas de siete leguas y qué hondo has calado en el corazón de la gente.
El eco de tu voz, tu mensaje, ¡ha viajado tan lejos! Resonando en paredes amigas, multiplicándose, avanzando por el mundo, amplificando su fuerza. Hasta el infinito y más allá.
Yo anhelaba una señal tuya el día de tu séptimo cumpleaños, buscaba también un regalo que darte y al final el universo nos otorgó a nosotras obsequios y señales en forma de muestras de agradecimiento y conexión profunda con otras madres.
Hemos servido, Olivia, hemos vencido a la muerte.
Hemos sido luciérnagas en la oscuridad del duelo de otras mamás.
Como dijo Merce Castro: “Hasta una simple cerilla puede hacer retroceder la más negra oscuridad.”
El día de tu aniversario llegó la magia. Rodeados de naturaleza fuimos acompañados por decenas de mariposas de diversas clases y colores, que revoloteaban a nuestro alrededor a lo largo del camino.
En danza tintineante con las mariposas, llegaban mensajes de otras mamás de estrellas. Iban apareciendo ,mensajes y mariposas, durante nuestra ruta. Me acariciaban el corazón palabras aleteantes de agradecimiento, de acompañamiento, provenientes de diferentes partes del mundo.
Al otro lado del Atlántico también te nombran, Olivia, y tus hilos mágicos han tejido una red asombrosa de madres que no han dudado ni un segundo en volver a abrazarme, como si el tiempo nunca hubiese pasado, en cuanto he reaparecido con mis escritos y es que el tiempo no existe cuando un hijo muere, comprendemos entonces lo eterno que es el amor y cuán inútiles son el reloj y el calendario.
Siete años sintigo. Siete años para evolucionar del duelo al vuelo.
Sin embargo, en torno a tu aniversario, el cuerpo y el alma lloran,duelen, se rasgan, retroceden. De pronto vienen, con una vividez indeseada, recuerdos dolorosos del día en que naciste, momentos duros de hospital, frases de médicos, prisas en el quirófano, lluvia, malas noticias, sensación de irrealidad, shock, dolor inmenso, espera, vacío, terror…
Siete años reviviendo ese día sin quererlo.
He conseguido que la memoria no me devuelva a aquellos días, pues no necesito nada de eso en mi vida cotidiana para honrarte y tenerte presente.
No quiero encontrarte ni buscarte en todo lo que pasó los días 31,1 y 2 de Marzo y Abril de 2014 en los hospitales Quirón de Madrid.
Tú no estás ahí.
Tu eres de flores y manantiales, de musgo que besa las piedras y las cortezas de los sabios árboles, eres de la dulzura de los erizos fuertes de montaña, de la luz de las estrellas en un viaje nocturno, de la O mayúscula de la luna llena. Eres la preciosa perla de cristal de agua de plata.
Pero lo cierto es que en torno al aniversario, tenaz, insistente, lacerante, viene el dolor guardado en la parte inconsciente y contumaz regresa con afilados cuchillos a matarme de pena otra vez para que pueda renacer.
No sirve de nada resistirse ni huir. El efecto aniversario es más poderoso.
Este año me hizo llorar desconsoladamente sobre una piedra desde la que había unas hermosas vistas. Por algún motivo el dolor me agarró ahí y tuve que rendirme.
Esta fue la piedra en cuestión
Sin embargo, esa espita abierta para el llanto no fue suficiente. Pensé que eran los días en la naturaleza, que me habían sostenido y me habían ayudado a sobrellevarlo mejor, pensé que los siete años habían suavizado las aristas, tornado romos los filos.
Estaba equivocada. Simplemente había aliviado momentáneamente la presión del pantano del duelo, pero no lo bastante. Y días después, el malestar de las emociones retenidas fue llenándo el embalse hasta reventar la presa y hacerla pedazos. Quedaba mucho por llorar, mucho por volver a hablar, mucho por liberar. Otra vez. Siempre me sorprende. Hay que dejarlo salir, que golpee como un tsunami para despues rehacernos de nuevo, despojados y humildes ante el dolor.
Siete años, siete leguas.
Préstame tus botas mágicas, Olivia.
Juntas hasta el infinito y más allá.
Esos aniversarios!!! Pudiendo haber sido fechas de alegría… se han convertido en días de recordar ese dolor tan grande. Te entiendo perfectamente querida compañera. A veces necesitamos llorar, derrumbarnos… para soltar tanta contención. Mis abrazos están con vosotras.
Gracias, Luis, solo quien lo vive lo entiende. Un abrazo alado y no te olvides de mirar a las estrellas
Gracias Olivia por tu existencia, gracias Alicia por tus reflexiones que tanto me han acompañado en los días grises y negros. Os echábamos de menos, felicidades Olivia. Un abrazo fuerte
Oh Raquel, muchas gracias a ti por acompañarme. Juntas hacemos camino. Un abrazo alado y … Ya sabes, una de esas estrellas brilla por ti