Mamás sin red en Shanghái I: Por Sandra de Connected Mamis

Para ilustrar esta experiencia de mamá sin red en un lugar lejanísimo y exótico, Shanghái, tengo la suerte de contar con dos mujeres increíbles, mis queridas y valientes amigas, Sandra y Teresa. Me pareció necesario compartir este recurso fantástico de tener no uno, sino dos testimonios de mamás sin red en el mismo lugar.

Desde este página queremos arrojar luz sobre todas las caras de la maternidad, no queremos dejar nada oculto, en la sombra. No hay nada mejor que hablar abiertamente. Entre todas nos sostenemos.

Esta semana, Sandra nos cuenta su historia y nos presenta su proyecto «Connected Mamis».  La próxima leeremos el «Cuento chino» de Teresa.

Conocí a Sandra en Melbourne, Australia,  donde había ido a vivir con su marido. Ya por entonces éramos unas «mujeres sin red», aunque todavía no éramos madres (después hemos comprendido la enorme diferencia). Ambas habíamos seguido a nuestras parejas ( científicos expatriados). Al menos yo estaba en Europa, pero Sandra se encontraba a más de 24 horas de avión de su familia y amigos. Iba escribiendo un blog muy chulo con sus andanzas. Nos encantó compartir confidencias sobre la soledad del desarraigo, sobre la emoción de crecer teniendo nuevas experiencias, sobre tantas cosas. Conectamos en seguida y hasta hoy. Entre medias, esta mujer tan completa y tan artista, me ha ido haciendo llegar su cariño y algunos paquetitos en ocasiones especiales con cosas hechas por ella: Una sorpresita para Navidad, un conjunto molón con esponja-patito para recibir a Olivia antes de su nacimiento, uno increíblemente significativo para sujetar mi dolor en pleno duelo tras la muerte de Oli y el primer regalo  a nombre de Violeta que llegó a Dublín. Cosas que no se olvidan y hacen más fuerte la red que nos une. Una se siente agradecida y afortunada teniendo gente así en su vida.

Sin más os dejo con mi querida y admirada amiga.

Sandra Ruano. Connected Mamis.

El niño era un imán para los locales, que querían contemplarlo y fotografiarlo.

Mamá sin red 

… ¿o estaré exagerando?

Pues sí, a estas alturas aún me pueden hacer dudar. Cuando nadie me ve, arrugo yo misma el morro y saco a pasear a la inquisidora que habita en mí. Ya lo dicen, que somos nuestra peor enemiga.

El tema con la maternidad, uno de los temazos, es que nos la han metido doblada con el cuento de que, mujeres independientes y autosuficientes como somos, a la hora de criar nos tenemos que valer nosotras solitas, y como bien dice Alicia, no sólo tenemos que ser madres perfectas, monitoras de tiempo libre (qué inquina les tengo a las de pinterest que hacen rainbow spaguetty), estar buenorras y maquilladas todo el día, trabajar (porque ojo, criar no cuenta como trabajo); sino que tenemos que poder hacerlo solitas, y además sin quejarnos. ¿¿¿¿Perdón????

Para mí que toda esta película de la maternidad perfecta les ha salido bien, porque ahí estamos todas –sí, estoy generalizando-, ahí estamos, hundidas en la miseria porque no llegamos a todo; y encima juzgándonos entre nosotras para demostrar(nos) que sí se puede. A alguien le ha salido bien la jugada. Nos tienen divididas cuando deberíamos estar juntas y bien organizadas. Las mujeres juntas lo podemos todo.

No se puede. Ni se debe. No es sano criar en soledad, para nadie, ni para ti ni para tu cachorro. Pero hoy me voy a centrar en ti. En mí, vaya, porque aún no te conozco.

Todo esto lo aprendí a base de hostias. Como mejor se aprende. Sí, uso mucho la ironía, no se me ofendan.

Cuando servidora estaba embarazada, mi señor esposo me dijo: ¨en el trabajo no encuentran a nadie para ir un par de años a Shanghai…¨ y no acabó la frase. Él habla poco. Acostumbrada, la completé yo misma: ¨pues si te lo proponen di que sí¨. Mal. Muy mal. Estaba embarazada. Lo que pasa es que, voy a romper una lanza en mi favor, yo no sabía que no es lo mismo irse por ahí embarazada que solo de una pieza. Qué inocente, ¿verdad?, y eso que yo soy de las que lo leía todo. ¨En los primeros años de vida, el bebé no necesita nada más que el cuerpo de su madre. Es su hábitat y su refugio¨. Pues hala, pues le dará igual que su refugio esté aquí que en China, ¿no?. Sí, pero piensa un poco en el refugio. El refugio (tu cuerpo, tú, vaya), vas a necesitar que te cuiden, nutrirse para poder nutrir, ¿te suena?. Pues a mí me sonaba a chino, valga la redundancia. El tema es que el texto no hablaba de las necesidades de la madre. Y yo caí tarde.

Me fui a China con un cachorro de un año. Tampoco soy de las de ¨x meses, x semanas, x días¨. Y mi cachorro estaba estupendo conmigo, y yo con él… pero mi señor esposo trabaja como si no hubiera mañana, y nos pasábamos el día solos el enano y yo. La mañana. La tarde. A la hora de cenar más o menos llega el padre.

Siempre cuento lo mismo pero creo que ayuda a entender el grado de aislamiento: tardé una semana en identificar la sal en el súper. Justo debajo de casa había un súper enorme (aún suerte, imagina si tengo que regatear en la calle por la fruta y la verdura. No me aprendí ni los números…). Pues eso, que aún suerte del súper, que una iba, ponía las cosas –las que sabía qué eran y las que, como se sentía aventurera las cogía igual; si las venden en la estantería de la comida no deben de ser tóxicas-, y la cajera te señalaba un número en una pantallita, tú pagabas y ya está. Cada uno en su casa y dios en la de todos. Había poca interacción. Había tan poca interacción que a veces, si quería hablar con alguien me metía en el starbucks, que allí posiblemente había un adolescente que chapurreaba inglés, y jugaba a que me sorprendiera escribiendo una variante cada día más original de mi nombre, y me leía una revista en inglés o miraba las fotos de una en chino. Y miraba a los parroquianos completamente incapaz de tener la más remota idea sobre sus temas de conversación, por más cerca que me sentara de ellos.

Y ya está. Pa casa otra vez. Si quieres vamos al parque un ratito a mirar los peces esos gordos naranjas, que abren una boca que da impresión de grande que es.

Y así un día y otro. Llega un momento en que necesitas compartir con alguien, una amiga, una hermana, una madre, alguien. Pero por no poder, no puedes hablar ni con la vecina, ni con la frutera, ni con el tipo que trae las garrafas de agua. Porque allí el agua del grifo no se puede beber.

Pues eso, que criar sin una hermana, una tía, una frutera de confianza no está bien. De vez en cuando necesitamos a esa mujer que nos mira a los ojos y nos dice: ¨vete a comprar helado que yo pongo al niño a dormir y nos damos una maratón de series¨, y charlar con ella de lo que sea. De todo. De nada, del dolor de codo de tanto coger al enano en brazos, del rato que habéis estado tumbados en el suelo mirando gatos, de que se te quemó la comida y ya es la hora de cenar pero aún no habéis comido… pero no estar sola. Estar sola es muy feo. Es desolador. Búscate una tribu. No te vayas con un bebé, si puedes evitarlo, a un país donde no tengas tribu. Yo lo hice y no fue un gran plan, por eso, a día de hoy soy muy pesada con el tema, mis amigas o familiaras que tienen bebés lo pueden corroborar: ¨búscate una tribu, no estés sola todo el día, una doula, un grupo de crianza, un grupo de lactancia, un algo, lo que sea¨.

Pero a veces es difícil. A veces es imposible. Y yo insisto… si no tenemos comadres cerca, ¿qué podemos hacer? Y un día se me ocurrió una idea.

Si estoy exagerando, vosotras me lo diréis.

Mi propuesta es conectarnos, las que estamos solas, las que nos sentimos solas, las que tengan bebés y las que no los tengan, da igual. Todas tenemos un teléfono y/o un ordenador. Estamos conectadas de serie, solo tenemos que aprovecharlo. Connected mamis es el nombre que le he puesto a una web que estoy acabando donde quiero que entre todas construyamos un lugar donde encontrar información y recursos para el embarazo, el parto, el postparto y las etapas que creamos necesarias. Yo pongo los libros, los videos, los links, los lugares en mi ciudad (en Shanghai estuve dos años, luego volví a bcn), pondré todas las cosas que me sirvieron y que creo que le pueden servir o facilitar la vida a otras que estén pasando por lo que yo pasé. Y sobretodo pondré alguna herramienta para que podamos conectarnos entre nosotras para acompañarnos, aún no sé si un chat, skype o qué, pero creo que vale la pena poner al alcance una herramienta de la que poder hacer uso en caso necesario.

Y si estoy exagerando, vosotras me lo diréis, o me lo demostraréis no haciendo uso de la web y de sus recursos. Y no pasa nada, cada uno en su casa y dios en la de todos.

2 comentarios

  1. Pienso que lo de criar solitas no es verdad, quizá debeis aprender que la biologia y la humanidad está realizada por dos, pero si no lo habéis entendido a estas alturas, quiza no merezca la pena hablar de ello con vosotras.

    1. Gracias por su comentario, a tenor del cual deduzco que o bien no ha leído en profundidad lo que aquí se publica o bien no lo ha comprendido. Al contrario que a usted, a mí me cuesta considerar que no merezca la pena hablar con alguien, incluso si el tono de dicha persona resulta claramente inadecuado. Por alusiones, le aclaro que todas mis autoras invitadas y yo misma entendemos a la perfección los aspectos biológicos y emocionales que rodean la maternidad. De hecho, hasta ahora, hemos escrito madres que contamos con maridos maravillosos involucrados absolutamente en la crianza. Cuando nosotras referimos la soledad en la crianza, ponemos de manifiesto otro concepto bien diferente que es el de la ausencia de una red tradicional, entendiendo por esta familiares y amigos cercanos que colaboren de algún modo en la tarea ardua y fantástica de criar un hijo, aliviándo el peso de la misma a la madre.
      Sin embargo, si su opinión va en la línea que denota su comentario, pronto encontrará ocasión de expresarla , esta vez sí con algún sentido, cuando próximamente escriba alguna invitada exponente de las familias monoparentales en las que una mujer ha decidido convertirse en madre sin la presencia de un varón.

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