Te acompaño en el sentimiento
Decía el pianista James Rhodes que la frase que ultizamos los españoles al dar el pésame, dice mucho de nosotros como pueblo, que la empatía que implican esas palabras, ha de estar arraigada en el sentir de las personas que la pronuncian. Siendo él británico, lo compara con el «I’m sorry for your loss» (Lamento tu pérdida) del mundo anglosajón, que implica que la persona se compadece de tu pérdida pero no la siente como suya. Es una profunda y hermosa reflexión.
Una de las claves de transitar un duelo sano es encontrar quien te pueda acompañar en el sentimiento. Qué importante es y qué afortunada me siento de haber tenido personas, marido, familia y amigos maravillosos que han sabido acompañarme en el camino y qué honrada de haber podido acompañar a otras madres cuyos bebés viven por siempre en su corazón.
En estos últimos años, desde la pandemia, he sentido que lo que no pudo la muerte, lo ha podido la vida.
La muerte de Olivia me trajo más luz que oscuridad, me regaló unos ojos nuevos para ver la vida, la energía para ser madre de nuevo con todo el amor intacto, con toda la ilusión renovada, para escribir mi blog, para abrirme al mundo, para ayudar a otros. El duelo se cerró y dio paso a ese vuelo, a esa transformación en alguien más sabia, más valiente, más generosa y con mayor capacidad para la felicidad. Disfruté de esa nueva vida y sin embargo algo pasó tras el coronavirus, que mi energía mermó, mi confianza empequeñeció y mi fase expansiva terminó.
No soy la única. Hay un aumento preocupante de depresión, ansiedad, de enfermedades mentales en general, incluso en franjas de población que antes no sufrían tanta incidencia, como adolescentes e incluso niños.
Me ha dolido ver que lo que no pudo la muerte, no pudo doblarme, no pudo vencerme, lo ha podido la vida. El aislamiento social del coronavirus, el pasar varias veces esa enfermedad, el exceso de trabajo, los cambios incesantes a nivel personal y mundial de los últimos tres años…
Pero las personas que hemos hecho un trabajo de duelo profundo y hemos conocido un crecimiento, sabemos que toda esa conciencia adquirida y capacidad de introspección no ha caído en saco roto y no se ha perdido.
La resiliencia es la capacidad de rehacerse tras una tragedia, de volver a ser feliz, de salir fortalecido.
Aprendí a vivir, cambiando mi forma de ver el mundo, buscando algo hermoso cada día para poder regalárselo a Olivia. Cuando todo parecía estar vacío y quebrado, el amor por Olivia me salvó.
Pronto hará 9 años que Olivia nació. El 31 de marzo de 2014. Murió el dos de abril. Siempre, todavía, en torno a estas fechas, algo se remueve en mi interior.
Esta semana estoy recuperando esa luz que ella me dejó, esa mirada nueva para ver el mundo que trajo con ella.
Y me quedo con esa frase maravillosa de «te acompaño en el sentimiento». Si tú me lees, con los brazos vacíos, que sepas que no estás sola.