Encontré a Alicia cuando ya había hecho parte de mi camino en el duelo, pero en un momento en el que toda yo me dolía mucho. El primer cumpleaños de mi hija Julia se acercaba, y mi cuerpo y mi mente estaban fuera de control.
Y de repente allí estaba ella, con esa calma y esa serenidad, con esa mirada cómplice de quien ha recorrido ese mismo camino. Con la palabra perfecta para cada momento, y un montón de herramientas que puso a mi alcance para seguir avanzando, con más fuerza, con más seguridad, con más amor.
Gracias Alicia, por aparecer en mi vida, por caminar a mi lado, por valorar mis pequeños logros y comprender mis pasos atrás. Por estar. Por ser.
Y por supuesto, gracias a ti, Olivia, pequeña Estrella Beriza. Porque sin ti nada de esto sería posible.