Vacunas

La polémica está servida.
Recordemos a la niña de Treviño que falleció a causa de la varicela, el peregrinaje de muchos padres a otras comunidades autónomas o a Portugal, Francia o Andorra para conseguir la vacuna y las protestas y peticiones de muchos pediatras para que la vacuna volviese a ser suministrada.
Aún más recientemente, en la mente de todos está el niño que ha muerto de difteria. Por respeto al sufrimiento de sus padres (cuyas dimensiones no alcanzo a imaginar) no voy a expresar mi opinión.

Lo que sí voy a hacer a continuación es reproducir una carta de Roald Dhal (el ínclito novelista Galés, autor de títulos como  Charlie y la fábrica de Chocolate, Matilda, Las brujas y James y el melocotón gigante entre otros) escrita en 1986 defendiendo el uso de las vacunas.
Desgraciadamente, él conocía el tema en primera persona pues su hija Olivia (qué nombre tan hermoso…) murió por complicaciones del sarampión (Aunque yo creo que es un error de traducción y se refiere en realidad a «chicken pox», varicela y no a «Measles», sarampión, lo que deduzco por las complicaciones a las que se refiere). 

» Olivia, mi hija mayor, cogió el sarampión cuando tenia 7 años. En tanto la enfermedad seguía su curso habitual recuerdo leerle a menudo mientras estaba en cama y no sentirme particularmente alarmado. Una mañana, mientras se encontraba bien camino de recuperarse, estaba sentado en su cama mostrándole cómo crear animalitos con escobillas limpiadoras de colores, y cuando le tocaba el turno a ella de hacer uno, me di cuenta de que sus dedos y su mente no estaban coordinados y que no podía hacer nada.

“¿Te encuentras bien?” Le pregunté.
“Tengo sueño”, me contestó.
Una hora después estaba inconsciente. Doce horas más tarde estaba muerta.

El sarampión se había convertido en una terrible cosa llamada encefalitis por sarampión y no había nada que los médicos pudieran hacer por salvarla.
Eso fue hace 24 años, en 1962, pero incluso ahora, si un niño con sarampión desarrolla la misma reacción mortal que Olivia, sigue sin haber nada que los médicos puedan hacer para ayudarle.
Por otra parte, hay algo que los padres pueden hacer para asegurarse que este tipo de tragedia no les ocurre a sus hijos. Pueden insistir en que sus hijos sean inmunizados contra el sarampión. Yo no pude hacerlo por Olivia en 1962 porque en aquella época no se había descubierto aun una vacuna efectiva contra el sarampión. Hoy existe al alcance de todas las familias una vacuna segura y eficaz y lo único que tienes que hacer es pedirle a tu médico que la administre.

Todavía no está generalmente aceptado que el sarampión pueda ser una enfermedad peligrosa.
Creedme, lo es. En mi opinión, los padres que ahora rechazan que sus hijos sean inmunizados están poniendo sus vidas en peligro.
En Estados Unidos, donde la vacunación contra el sarampión es obligatoria, tanto el sarampión como la viruela han sido virtualmente erradicados.
Aquí en Gran Bretaña, donde muchos padres rechazan, bien por obstinación, ignorancia o miedo, que sus hijos sean inmunizados, todavía padecemos 100.000 casos de sarampión cada año.
De entre ellos, mas de 10.000 sufrirán efectos secundarios de un tipo u otro.
Al menos 10.000 desarrollarán infecciones de oído o de pecho.
Alrededor de 20 morirán.

TOMEMOS CONCIENCIA DE ELLO.
Cerca de 20 niños morirán de sarampión cada año en Gran Bretaña.
¿Y qué riesgos corren tus hijos al ser vacunados?
Son casi inexistentes. Atiende. En un distrito de aproximadamente 300.000 personas, ¡solo habrá cada 250 años un niño que desarrolle efectos secundarios graves por vacunarse! La probabilidad es de uno entre un millón. Se puede pensar que hay más probabilidad de que tu hijo se atragante hasta morir con una barra de chocolate que de resultar gravemente enfermo por ser vacunado contra el sarampión.
¿De qué narices te preocupas?
Es casi un crimen permitir que tus hijos no estén vacunados.

El momento ideal es alrededor de los 13 meses de edad, pero nunca es tarde. Todos los niños en edad escolar que todavía no han sido vacunados deberían pedirle a sus padres hacerlo lo antes posible.
A propósito, dediqué dos de mis libros a Olivia, el primero fue “James y el melocotón gigante”. Eso fue cuando todavía estaba viva. El segundo fue “El Gran Gigante Bonachón -The BFG”, dedicado a su memoria después de morir de sarampión. Verás su nombre al principio de cada uno de esos libros. Y sé lo feliz que se sentiría si pudiera saber que su muerte ha ahorrado una buena cantidad de enfermedad y muerte entre otros niños».

http://www.esepuntoazulpalido.com/2013/03/carta-de-roald-dahl-los-antivacunas.html

Dahl,
su esposa Patricia y sus hijos Theo, Tessa y Olivia en 1961.

La muerte de Oivia no fue la única desgracia que esta familia sufrió. En 1960 Theo fue atropellado por un taxi cuando iba en su carrito sufriendo graves lesiones que le produjeron hidrocefalia. Como resultado, su padre se involucró en el desarrollo de lo que más tarde se conocería como válvula de Wade-Dahl-Till, un dispositivo para aliviar esta condición.

Dahl, como muchos padres en similares situaciones y esto es algo que yo admiro profundamente, no permitió que la muerte o enfermedad de sus hijos fuese en vano, sino que trató de ofrecer su aportación al mundo para evitar o aliviar el dolor de otros niños.

6 comentarios

  1. Mira a mí todo esto de las vacunas no me acaba de convencer.
    Cuando tenga hijos, supongo que por miedo a las enfermedades les vacunaré, pero no estoy tan segura de que sean tan eficaces y sí un arma para hacer dinero, tanto para farmaceúticas como para gobiernos.
    Esos 20 niños son muchos sí, pero ¿y los que mueren por la vacuna? Esos datos se silencian pero existen, desconozco cuántos pero también puede pasar. ¿Meter en el cuerpo un virus que no tenemos y no sabemos si algún día tendremos? Me sigue dando cosa…
    Unos dicen que son imprescindibles y otros dicen que no hace falta ¿quién tiene razón? Yo creo que si se está sano es muy difícil morir de varicela por ejemplo, no sé. Tengo opiniones encontradas en cuanto a las vacunas.
    Un saludo

    1. Pues efectivamente es un tema muy complejo en el que conviene informarse seriamente y después tomar tu decisión. Hay pediatras tanto a favor como en contra, la propia vacunación entraña sus riesgos, es cierto, aunque habría que valorar cuanto riesgo significa respecto a no hacerlo. Los intereses de las farmaceuticas es uno de los argumentos que esgrimen los antivacunas, pero también es verdad que en países donde no es rentable vacunar (vontinente africano) las ongs luchan por llevar a cabo campañas de vacunación que salvan muchas vidas. Hay vacunas, como la del cáncer de cervix para las niñas, que parecen particularmente "arriesgadas", como en todo, conviene no actuar a ciegas, ni en un sentido ni en otro. Sin embargo, aunque haya cifras que se silencien, estoy de acuerdo en eso, otras estadísticas hablan alto y claro. Muchas gracias por tu opinión, un saludo.

  2. Yo estoy a favor de las vacunas. Sí es cierto que hay que mirar el cómo, cuándo y por qué, pero me parece increíble que enfermedades que estaban erradicadas vuelvan a aparecer. Si un adulto decide no vacunarse y contrae la enfermedad, allá él, pero no es justo que niños puedan caer enfermos y sufrir las secuelas de una enfermedad de por vida.

    1. A eso me refiero con que las estadisticas hablan alto y claro, a la erradicacion de enfermedades que antes causaban grandes epidemias. Esto es un hecho y no una opinion.
      Y si emito alguna opinion sera decir que nosotros sí vacuremos a Violeta, no por miedo sino por convicción.

  3. Impactada por tu blog tu contenido y este articulo. Acabo de conocerlo por casualidad. En el tema de las vacunas siempre hay polemicas, yo la verdad que no soy medico y creo que nadie mejor que ellos para informarnos y aconsejarnos. 🙂 hay que ser muy prudente con estas cosas. Gracias por la informacion siempre es bueno. Un besazo.

    1. Gracias, Natalia. Como ves, yo tampoco soy medico por eso no me atrevo a meterme en asuntos espinosos.La informacion ha de manar de las fuentes correctas, yo solo reproduzco articulos de prensa e invito a reflexionar. Estoy de acuerdo contigo, hay que ser prudentes y escuchar a los profesionales sanitarios. Un abrazo

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