La culpa, la rabia, el rencor y el perdón. Planeta Olivia

Como decía en la entrada 7 pilares para el comienzo del duelo, disolver la culpa es el punto fundamental sin el cual es muy complicado avanzar y sanarse en el duelo. La culpa se disuelve con la racionalización y el perdón.  Veamos culpa, rabia, rencor y perdón  en detalle.

EL SENTIMIENTO DE CULPA

La frase que más me inspiró para ayudarme en ese proceso de disolución de la culpa fue: «Sin intención, no hay culpa». Tú, quien más le quería, menos que nadie tienes la culpa de la muerte de tu hijo.

La culpa aparece ante la muerte de un ser muy querido, incluso cuando es absolutamente imposible que se nos pueda atribuir la más mínima responsabilidad sobre ella.

Para comprender la normalidad de reaccionar con culpabilidad ante la muerte de un hijo, es muy útil conocer las fases del duelo estudiadas por la doctora Elisabeth Kubler-Ross . Durante la fase de ira, también está presente la culpa. Es la fase más irracional, llena de sufrimiento.

Tus familiares, amigos e incluso profesionales te harán ver con todo tipo de argumentos que no tienes culpa alguna, pero si tú mismo no quieres convencerte y vencer esa culpa, será muy difícil que nadie pueda ayudarte. La culpa se vence racionalizando, pero sobre todo perdonándose.

Teorías sobre la culpa (recopilación de varias lecturas, véase Mi biblioteca personal de duelo):

-1. La culpa, al igual que la ira, la rabia, vienen de un dolor tan intenso, tan insoportable y tan imposible de comprender por nuestro cerebro, que se disfraza de otras emociones más reconocibles para hacerse entender.

-2. La culpa surge de la incomprensión ante la muerte. ¿Por qué ha muerto mi hijo? No hay una respuesta y el humano, en su visión antropocéntrica, no puede dejar las cosas importantes en manos de «otros» (azar, suerte, destino, dios, vida, universo…).

El ser humano tiene q sentir q tiene un control sobre lo que sucede, que algo ha hecho o ha dejado de hacer que ha tenido una repercusión directa en el discurrir de los acontecimientos. Es más fácil intentar explicarse así la muerte de un hijo que aceptar que pertecemos al cosmos, cuyo orden y razones nos son ajenas, porque esto último es mucho más aterrador.

Ante la muerte, la culpa trata de dar una explicación racional a lo que no la tiene. Ejemplos:
«Murió porque yo le dejé el coche, si no se lo hubiese dejado ahora estaría vivo»,
«Me había llamado por teléfono esa tarde y no se lo cogí. Si hubiesemos hablado no habría salido solo y ahora estaría vivo», etc.

Todo lo que elucubremos, ¿Y si hubiese ido a otro hospital? , ¿Y si hubiese ido antes a urgencias?, ¿Y si los médicos hubieran intentado otro procedimiento?, ¿Y si…? NO SIRVE DE NADA, excepto para causarnos un daño inconmensurable e inútil.

Como explicaba en otras entradas, tenemos realmente muy poco o ningún control sobre los hechos transcendentes de nuestra vida y sin embargo nuestra naturaleza humana es incapaz de admitirlo.

-3. Las madres sienten cualquier padecimiento de sus hijos como propio y piensan que ellas deberian haber sabido protegerlos en todo momento y evitar su muerte.

En el caso del recién nacido, hay sentimiento de culpa especialmente en la madre porque el bebé estaba dentro de ella y suele ser ella quien nota los primeros signos de que algo va mal.

Después de morir mi niña, sentía mucha culpa, pensando si tenía que haber elegido un hospital aún mejor, si tenía que haber acudido antes a urgencias… esa culpa mina y destruye, quema como el fuego del infierno si es que existe. Es irracional y tremendamente maligna. Hay que desterrarla y eso sólo puede hacerse a través de la racionalización y el perdón.
Ayuda mucho hablar con otras madres que han pasado por lo mismo y escuchar qué les hace a ellas sentir culpables, pues en otros es más fácil ver que esa culpa no tiene una base real.

Ejemplos verídicos de sentimiento de culpa de otras madres:

«Tenía que haber ido antes al médico», «No tenía que haber decidido parir en casa», » A lo mejor tenía que haberme cogido la baja antes», » A lo mejor tenía que haber estado más activa y haber paseado más, comido mejor, etc», «Tenía que haberme quedado en el hospital y haberme inducido el parto en vez de esperar dos días más», » No lo tenía que haber programado, tenía que haber esperado y dejar actuar a la naturaleza»…

Qué sencillo es ver que ninguna de estas mamás tiene culpa de nada. Es muy fácil rebatir la culpa con argumentos racionales cuando es otro el que habla. Eso mismo hemos de aplicar a nuestro caso.

-4. La herencia judeo-cristiana y su concepto de culpa/castigo.

Siglos de mensajes religiosos sobre la culpa y el castigo divino han dejado honda huella. A día de hoy, a pesar de vivir en una sociedad eminentemente laica, la noción de culpa sigue estando presente y uno puede llegar a pensar, de modo totalmente irracional, que la desgracia que le sobreviene es una especie de castigo «de dios».

Es curioso porque este concepto cala, permea inconscientemente en nosotros incluso siendo personas no religiosas, como es mi caso y no digamos ya el de mi marido, que se considera ateo. Confieso, no sin cierto rubor, que en algún momento, en los primeros días del duelo, esta extraña idea estuvo presente. Una vez más, la mente fabrica razones para explicar lo inexplicable: » Hice algo mal y se me castiga por ello».

Para desterrar por completo estas absurdas creencias, nada mejor que la lectura de «Cuando a la gente buena le pasan cosas malas», de Harold S. Kushner, un rabino que ve morir a su hijo enfermo y tiene que recomponer todo su sistema de creencias para «comprender» a dios. Realmente fantástico para hacer las paces con el universo.
Coincido con el autor en que si Dios existe no castiga a nadie con la muerte de un hijo, menos aún a la gente inocente, ¿qué dios sería ese? El autor dice que Dios tampoco puede hacer milagros, (no pudo salvar a nuestros hijos), pero sí mandarnos la fuerza y el amor para superar nuestra desgracia.

CULPA volcada sobre los demás: RABIA y RENCOR

Las cuatro teorías anteriores se refieren al sentimiento de culpa, es decir cuando volcamos la culpa sobre nosotros mismos.

Pero en el duelo es muy normal echar la culpa a otros, responsabilizarlos de alguna manera de la muerte de nuestro ser querido. Lo más sencillo es culpar a los profesionales sanitarios.

Por ejemplo, a mí, al principio, me resultaba incomprensible que mi hijita, un bebé perfecto, precioso, fuerte y sano, hubiese muerto. Tienes una desconfianza enorme y sospechas de negligencia o mala praxis. Y eso me generaba rabia y rencor. Es una reacción natural. Una vez más nuestra mente trata de dar una explicación a lo inexplicable «Alguien no hizo bien su trabajo y por eso mi bebé ha muerto».

No descansé hasta que se me atendió debidamente en el hospital (solicité una segunda entrevista que tardaron más de un mes en concederme, no os imagináis el sufrimiento durante esa larga espera) y pude resolver mis dudas y hacer las preguntas necesarias tras leer exhaustivamente la historia clínica de mi bebé e informarme de lo que le había sucedido con exactitud.

Después comprendí que, aparentemente, todo se hizo como era debido, pero que a veces la medicina no puede evitar la muerte; son médicos, no dioses .

También podemos alojar, a veces inconscientemente, en nuestro corazón algún rencor contra la pareja o allegados que estaban con nosotros en esos durísimos momentos.

Es fácil juzgar, a posteriori , con el conocimiento que ahora tenemos, a aquellas pobres personas rotas, desorientadas, agustiadas, que avanzaban sobre lodo y arenas movedizas sin tener donde agarrarse. Es fácil juzgar desde aquí a aquellas personas que quizá cometieron «errores» a nuestros ojos de hoy. Pero, ¿Qué podían hacer en aquellos momentos de zozobra y oscuridad?

Conclusión sobre la culpa

En el juicio contra nosotros mismos somos implacables, no tenemos piedad alguna, echamos sobre nosotros toda la culpa. Pero no la tenemos en realidad.
Muy probablemente tampoco tengan responsabilidad alguna los médicos, y aún menos nuestros familiares y allegados. No somos nosotros realmente quienes nos culpamos o culpamos a los demás y generamos con ello un infierno de rabia o rencor.
Es el dolor el que busca un culpable para que podamos comprender de dónde procede.

No sé si cada uno tenemos un destino escrito que nada puede alterar, pero lo que sí sé es que la muerte, cuando viene, sucede así y de ninguna otra manera, nadie la puede evitar.

EL PERDÓN

Si quieres pedir perdón a la persona fallecida, hazlo tranquilamente, en voz alta. No es de locos. Pídele perdón por eso que crees que no hiciste bien. Escríbele una carta. Llora todo lo que quieras. Habla con alguien. Que alguien te ayude a entender que tú no tienes la culpa y que tu ser querido te perdona y tú te has de perdonar también.

Quien nos ama, nos quiere ver felices y quien nos ama, nos perdona. Ninguno de nuestros hijos quiere el sufrimiento de la culpa para sus padres. Si eres creyente, pide perdón a Dios, si no, y sientes esa necesidad, pídeselo a la vida, al universo. Siente ese perdón y tu propio perdón, el más importante. Verbalízalo: «Me perdono».
Y nosotros también tenemos que practicar el perdón. SER GENEROSOS. Perdonar a quien estaba cerca de nosotros en los momentos duros y quizá no supo actuar como necesitábamos. Perdonar y entender, ponerse en el lugar del otro. No todos tenemos la misma fuerza o madurez, no todos nos enfrentamos igual a nuestros miedos, no todos tenemos la misma delicadeza ni sabemos decir la palabra adecuada, realizar la acción esperada.
No guardes rencor, perdona.

¿Y cómo perdonar/se? A uno mismo:

En mi caso, trabajándolo mucho conscientemente, racionalizando constantemente lo sucedido cuando asomaba la culpa, explicándome con argumentos claros e irrefutables que el accidente obstétrico es la causa de la muerte y yo no podía hacer nada. Hablándolo mucho con mi marido, que fue un excelente terapeuta, con mis padres, hermana, con quien sentía que pudiera ayudarme. Escribiéndolo. Leyendo mucho sobre ello.

A los demás:

Abriendo tu corazón para comprender y perdonar esos fallos de los demás. «Sin intención no hay culpa». En los momentos terribles cada uno hizo cuanto pudo. Lo que importa es el amor. El amor disuelve cualquier rencor.
Si no eres capaz de perdonarte o no tienes un entorno que te sirva de ayuda, quizá sea bueno buscar un profesional. Por mi experiencia personal, es imposible avanzar en el duelo si no vences la culpa y perdonas/ te perdonas.

Eso sí, recuerda que las fases del duelo no son líneales. Crees que has superado una, pero pueden volver. Se sufren retrocesos. A veces la culpa regresa. Sobre todo al principio del duelo. No pasa nada, quiérete mucho y sé paciente contigo mismo. Si vuelve, vuelve tú a trabajarla. Nada de esconderla. Reconócela. Y vuelve a empezar.

Conclusión sobre el perdón

El perdón sana y da otra oportunidad para vivir y recuperar la ilusión.

Pocas acciones tienen un poder curativo tan grande como perdonar y especialmente, perdonarse a uno mismo.

2 comentarios

  1. Hola, acabo de llegar a tu blog. Ante todo siento muchísimo la muerte de tu hija.

    He leído algo de tu blog, no todo, pero esta entrada me ha venido muy bien y me ha hecho llorar mucho. Mi caso es de infertilidad, una fiv negativa que me arraso, y con la que aun me siento muy muy culpable, se reconocer perfectamente que no logro perdonarme, intento racionalizar y decirme a mi misma que yo no tengo la culpa de nada, pero aun así no soy capaz de perdonarme, soy mi peor enemiga, hw perdido toda mi objetividad. Supongo que tantos años de infertilidad, tanto dolor acumulado, tanto tirar del carro, tanto sacar fuerzas, que ante un negativo me he hundido.

    Tu entrada me ha hecho pensar mucho, espero poder llegar a perdonar, a mi marido, al destino, a dios, a la ciencia y a todo el que me rodea, pero sobre todo a mi.

    Un saludo.

  2. Gracias por tus condolencias y por comentar. Siento mucho que la FIV no saliese bien, es muy doloroso, es una pérdida en toda regla y por ello estás pasando tu duelo, tan invisible y tan poco reconocido. La infertilidad es un via crucis que agota y desgasta individualmente y como pareja, es normal que estés desolada.
    Lloras al leer sobre la culpa y dices que no eres capaz de perdonarte. Date tiempo, ten mucha paciencia y quiere perdonarte, desealo de corazón. Racionalmente sabes que no tienes culpa alguna. Poquito a poco, te repondrás y aunque parezca mentira sacarás fuerza como para intentarlo de nuevo si es tu deseo. Hay casos que parecían imposibles y han terminado con un rosado bebé en brazos de una mamá exultante. Te mando todo mi apoyo y si quieres hablar más privadamente, nos escribiremos por mail. Creo que tienes un blog, lo leeré con atención. No tienes ninguna culpa de nada, leete la entrada muchas veces y repítete las frases claves como un mantra hasta que te lo creas de verdad, completamente convencida. Pide toda la ayuda que se te ocurra. Piensa que tienes un corazón muy grande y lleno de amor de madre, que la culpa no le reste ni un milímetro de espacio a ese amor. Un abrazo

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