Recuerdos que remueven, días negros que vuelven.

 

Publicar la entrada 7 Reivindicaciones para cambiar el protocolo de atención en UCINs y aliviar el dolor de los padres. ha supuesto reavivar el dolor de la parte menos sanada del duelo. Las heridas se abren por su zona más débil, esa que parece cicatrizada y por la que sin embargo, al realizar el más leve esfuerzo, el tejido cede y la sangre vuelve a manar.
Como escribía en esa misma entrada, he dirigido un escrito prácticamente igual al que muestro en el blog, pero añadiendo la información pertinente, a Atención al Paciente del hospital donde estuvimos y a el blog de «El parto es nuestro». Con estas acciones pretendo cerrar un ciclo de un modo adecuado para mí: no guardándome el dolor, ni cosiendo en falso, sino intentando contribuir, con un pequeño gesto, a que las cosas mejoren.

Cerrar este capítulo no es tan sencillo. Al volver a escribir sobre ello y releer los textos, revivo una por una las imágenes y conversaciones de aquellos momentos. Fueron días muy intensos que quedaron impregnados de un modo muy vívido en mi memoria de persona altamente sensible. El tiempo puede mitigar el dolor pero basta un detonante para desencadenarlo con toda su intensidad. Volvieron los días negros.
Comencé a percibir las señales que acostumbran a presagiar su regreso. Antes de las lágrimas hay una inquietud, una irritabilidad, un desasosiego inconsciente. Después unas ganas de llorar que no llevan etiqueta. Una sensación de vulnerabilidad. Y al pasar las horas, vas haciéndote consciente de qué emociones subyacen a esos estados de ánimo. Finalmente encuentras la explicación: Algo ha removido el fondo de fango y las aguas , aparentemente límpidas, han vuelto a enturbiarse.

Por eso sé que me queda todavía por delante un buen trecho del camino del duelo, aunque en mi vídeo hablase de los signos de avance en el mismo al constatar mi evolución personal. Todavía queda un tiempo indeterminado hasta que llegue ese día en el que pueda dar por terminado este duelo. Recuerdo que leí en el blog de Pedro Alcalá que él ya daba por finalizado el suyo por la muerte de su hijo Diego y eso me hizo pensar, con esperanza, que el duelo se acaba en algún momento. Sin embargo, después el propio Pedro Alcalá regresa al blog que daba por cerrado y escribe una nueva entrada interesantísima en la que rectifica, pues tanto él como su esposa volvieron a sentirse cercanos a la sensibilidad del duelo. En esta entrada dice «Hemos elaborado un duelo: no nos hemos vuelto inmunes a la añoranza».

Mi blog suele ser un espacio para afrontar el duelo en positivo y a pesar de lo que reflejo en este post, el espíritu sigue siendo el mismo. Lo que necesito para hacer frente a este malestar es mirarle a la cara y comprenderlo en toda su magnitud.

 

Escribí y hablé de la parte dolorosa de la estancia en el hospital cuya responsabilidad recae sobre la organización del mismo pero esto sospechosamente no me ayudó a sentirme liberada, al contrario, me removió por dentro y comencé a sentir malestar. ¿Por qué? Porque recordar esos días terribles me trae de vuelta otras acciones en las que el personal sanitario no tuvo el papel protagonista. El foco se vuelve hacia mí como madre, hacia nosotros, los padres y la culpa reaparece.

Uno mira ahora atrás y piensa en todo lo que pudo hacer y no hizo. Es fácil juzgar a aquellos que fuimos desde el momento actual, desde la información con la que contamos ahora, desde la fortaleza que hemos ido ganando y la claridad mental presente.
Ahora uno se plantea: ¿Hicimos visitas demasiado cortas a la UCIN?, ¿Pudimos haber hecho más?, ¿Por qué no intentamos de un modo más asertivo informarnos adecuadamente de qué horarios había, de por qué no podíamos entrar?, ¿Nos echó de menos Olivia ese tiempo que, estando en el mismo hospital (pues nos trasladaron para estar con ella, esto es importante reconocerlo), no pasamos todo el tiempo del mundo con ella?, ¿Cómo es posible que teniendo esa necesidad animal, visceral de estar con ella no hubiera yo hecho algo más para hacerlo efectivo? , ¿Fue nuestra responsabilidad como padres más que la del propio hospital?, ¿Estoy volcando contra ellos mi rabia que viene del dolor desgarrador y la sensación culpa?…
Como véis entra uno en una peligrosa espiral de pensamientos negativos que conllevan sufrimiento  y te sitúan en el estado de las primeras fases del duelo, algo que no nos podemos permitir.
El primer paso que doy para lograr romper con esto es
no juzgar el pasado con los ojos del presente.
Y miró a aquella mamá de entonces sin dureza y con infinita compasión. A veces nos juzgamos con mucha más dureza a nosotros mismo que a los demás. Pienso, ¿Qué le diría a otra mamá que me estuviese contando esto? Y aquello que le diría, probablemente algo comprensivo, constructivo y empático, es lo que me digo a mi misma. Me hablo desde el amor y la compasión. Impido ese proceso de echarme una losa de piedra fría y pesada sobre el pecho.

Dicen que fueron  alrededor de 48 horas las que mi estrella cumplió en su fugaz paso por la tierra. Para mí fueron tres días porque mi manera de contar el tiempo es personal y relativa y estuvimos con Olivia lunes, martes y miércoles. Por eso para mí vivió tres días.  En esos tres días, en esa situación límite, a unos padres desbordados, rotos, en shock, no se les puede pedir más que lo que nosotros hicimos.

No se trata de no pensar más en este tema. Al contrario, es bueno ser consciente de dónde está el foco del dolor y trabajarlo, con paciencia y dedicación, llenos de amor por nosotros mismos procedente de la luz que nos manda nuestra hija, que sin duda quiere que seamos felices y sigamos avanzando.

Cuando el punto que irradia el dolor se disuelve, entonces sí, podemos cerrar, incluso visualmente (imaginando que pasamos una página o cerramos un libro o una caja, cada uno que escoja la imagen que más representativa le parezca) ese capítulo y nos despedimos de esa parte de nuestra historia con paz.
Así habrá que hacer tantas veces vuelva el dolor, hasta que se seque su fuente.
Como he contado en varios posts, esta estrategia la utilicé para trabajar el tema de la culpa por no haber ido de forma inmediata (tardamos unas horas)  a urgencias al notar la ralentización de los movimientos fetales. Mi marido, excelente terapéuta, tuvo toda la paciencia del mundo para  repetir incansablemente todo el proceso de racionalización, de argumentación,  que ayuda a comprenderse para después perdonarse.
Por supuesto también mi familia y amigos cercanos fueron un gran apoyo.
A veces nos ceñimos a un hecho, creyendo que si ese detalle particular se hubiera modificado, el resultado hubiera sido distinto. Y ahí los médicos también tienen mucho que aportar, pues desmitificando la importancia de esa creencia, disuelven la culpa. Nada hubiera cambiado, sencillamente no estaba en nuestra mano.

No sé por qué mueren los niños, por qué enferman. Creo que de todas las desgracias de la sociedad esta es la que más nos duele a todos, la que más nos hace dudar de si hay un dios. ¿Qué clase de dios permite el sufrimiento de los más inocentes?
Pero el universo es infinito e inexcrutable, como dicen que lo son los designios de ese dios. Yo tuve que reelaborar mi sistema de creencias y aceptar que somos muy pequeños frente a la inmensidad de la vida y no podemos comprender aún muchos de sus mensajes.

Han vuelto los días negros del duelo, pero aunque el dolor sea tan fuerte como el de esos primeros días, yo ya no soy la misma de esa fase inicial. Cuento con nuevas herramientas, soy una nueva persona y si soy capaz de romper con viejas inercias, de no juzgar el pasado desde la óptica actual , de hablarme con la compasión que le dedicaría a otra persona y de abrir mi corazón para recibir la luz, el amor, el perdón y la paz inconmensurables que me envía Olivia, entonces el dolor de estos días se disolverá sanamente, tal y como estoy sintiéndo que sucede ya en este mismo instante.

http://duelum.com.ar/indicios-y-sintomas-de-paz-interior/

2 comentarios

  1. Ay valiente y delicada Ali, sabes que no he pasado por lo que tú pero cuando contemplo un poco tu dolor, me entra un dolor que me paraliza y quisiera poder darte un abrazo, por ti y también por mí… El otro día te vi un poco triste en un momento determinado y me bloqueé, me dio vergüenza… en un momento en que me gustaría haberte abrazado y decirte llora tranquila… Lo siento… Por otro lado, me das tanto alimento espiritual que cd veo un post tuyo, me siento tan agradecida…
    Y por fin, decirte que Olivia y Violeta no podrían nunca jamás haber tenido una madre mejor.
    Abrazos cariñosos de Esther

    1. Esther, eres tan noble y tan buena que aunque te diera apuro darme ese abrazo reconfortante, yo lo recibi con tu mirada y tu silencio lleno de cariño. Me alegra que leerme te haga bien y me parece precioso que digas que soy digna mamá de mis maravillosas niñas. Yo conozco otras dos morenitas guapisimas que tampoco podian tener mejor mami. Un abrazote, amiga.

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