Pilar, mamá de Marco

El dolor causado por la pérdida de un hijo es indescriptible, solo comprensible en toda su magnitud por alguien que sufra del mismo dolor. Y este dolor inevitable va más allá de lo físico y emocional.
Te envuelve en un sufrimiento constante que te ahoga y del que no puedes escapar. Te sientes solo y a la deriva.Pero yo tuve la gran suerte de encontrar mi tabla de salvación. Fue mi marido el que me llevo hasta el planeta de Olivia y Violeta.
Gracias a Alicia abrí los ojos a mi diferente «nueva vida» y fui resurgiendo de mis propias cenizas.
El dolor está pero el sufrimiento es opcional.Ella entendía perfectamente por lo que estaba pasando.
Me sentía comprendida, valorada ayudada, en el momento más difícil, triste y duro de mi existencia.
Me escuchaba y desde el corazón, la experiencia y la formación, me regalaba todo lo que había aprendido de su propio duelo.
En este duro e interminable camino, contar con Alicia para mí ha sido una bendición. Su calidad humana, sencillez y atención la convierten en puro amor.
Muchas gracias Olivia por hacer a una gran mamá.
Muchas gracias Alicia, simplemente, por ser y estar.
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