¿Cuándo acaba el duelo?

Supermamis, va por vosotras…

El mes que viene hará dos años de la partida física de Olivia, de ese momento en el que encontramos muerte precisamente cuando esperábamos vida. Ya os he hablado en otras entradas del «efecto aniversario»: en torno a una fecha señalada el cuerpo y el alma empiezan a dar signos de dolor porque tienen memoria.
Yo que he hablado tanto de la culpa y de la importancia capital que tiene superarla, perdonarse y aceptarse para poder realizar un trabajo de duelo sano, me veo en estos días invadida por recuerdos dolorosos que me la traen de vuelta.

Curiosamente, el antiguo martilleo de «Quizá si hubiera acudido antes a urgencias» parece haber cesado para siempre. Sin embargo, el verdadero trauma, el de estar separada de mi hija, ella en la UCIN y yo en la habitación, ha regresado.
Vuelve la culpa, lacerante, caústica, criminal, despiadada. Yo soy su mamá, lo que ella conocía, mi voz, mi olor, mi regazo… y no me tuvo. No pude estar a su lado. Fue todo tan breve, un eterno suspiro. No supe imponerme, no supe exigir verla y estar a su lado cuanto fuese necesario y en las ocasiones en las que al fin podíamos entrar, entonces las visitas eran tan cortas, ¿por qué? Yo quería estar a su lado, tocarla, que ella me sintiera allí y sin embargo, qué poco pude estar con ella, qué poco supe hacer en esos momentos, cómo imaginar que no iba a tener más oportunidades de compartir el mismo plano con ella, el mismo mundo…

¿Qué sentiría ella? Sola, en la UCIN. Sin lo conocido, sin sus padres, que estaban al lado, separados por una pared, sufriendo lo indecible.
Olivia, mi hija, mi bebé pequeño y amado, cómo estaría allí sin su mamá que la visitaba brevemente, que le hablaba suavecito y le ponía la mano en el muslito como me dejaban hacer, «Cogerla no, sólo ponle la mano así  en el muslo», me dijeron. ¿Por qué fueron breves las visitas? No lo sé, no recuerdo bien, si había un tiempo, o si nosotros mismos sentíamos que molestábamos y que debíamos irnos, eso está como en una nebulosa.

En los momentos en que tu hijo muere, o esta cercano a la muerte, en el momento en que estás atravesando esa experiencia, estás en estado de shock y tu mente no funciona con la claridad que recobrarás posteriormente, y que te hará pensar «Pude haber hecho esto o lo otro», «Y si…», etc.
Es fácil ahora hacerse reproches, es fácil culparse, desde quien soy hoy, desde mi discernimiento y mi fuerza actuales, juzgar a la mamá desvalida de entonces. Pero es un error enorme: «Ninguna culpa cambiará el pasado». No hay culpa. Cada uno hizo lo que pudo en esos momentos. Aferrémonos al amor.

¿Cuándo acaba el duelo? Va a hacer dos años.
Soy feliz, sí, lo soy. Amo la vida, amo a Violeta, me gusta reir y disfrutar, me gusta sentir a Olivia en el amor y en el humor, ella no ha dejado una madre más triste tras de sí, al contrario, me ha dado una lección de amor por la vida y me ha hecho ver felicidad donde antes me hubiera pasado desapercibida.
Pero aún así, hay días de dolor y oscuridad tan negros como los del principio, llenos de lágrimas muy amargas. La diferencia es que ahora conozco herramientas para combatirlos.

Una de esas herramientas es el círculo de iguales, un grupo de duelo. Algo que recomiendo encarecidamente. Si en tu ciudad no hay ninguno o no te sientes preparada para ir en persona, las nuevas tecnologías te lo ponen fácil. Internet, Facebook, skype, no te aisles, nadie te va a comprender mejor que quien ha pasado por ello. Yo ofrezco mi mano no sólo en el blog, también a través de mi email, de una conversación en persona, por teléfono o por skype si estás lejos, cualquier cosa que te pueda hacer sentir bien.
Hoy unas supermamis, valientes, que han pasado por lo mismo, me han sostenido, me han escuchado y aconsejado. Es una gran suerte contar con su ayuda (además, por supuesto, de la del abrazo intenso y el amor incondicional de mi marido, con quien he compartido un espacio de amor y duelo improvisado sobre la alfombra de juegos de Violeta).

No te calles la culpa, no te avergüences, de tu bebé sólo viene amor y perdón. Tantas veces como vuelva la culpa, vuelve tú a trabajarla.

Y el entorno ha de ser comprensivo, pues no conocen cuán profundo es este dolor. 
¿Cuánto dura el duelo?, ¿Hay acaso respuesta?

A algunas madres les salvó del hundimiento incorporarse pronto a la rutina del trabajo, a mí en cambió me sepultó en vida. Apenas podía respirar, tenía que esconderme en el baño a llorar, sentía que no podía estar allí y mantener el tipo, desempeñar mi trabajo dignamente. No mejoraba, me iba socavando. El embarazo de Violeta me salvó y me permitió ese recogimiento que necesitaba, No habrás visto que la oruga haga su proceso de transformación delante de todos, se mantiene en su crisálida hasta que puede emerger como mariposa. Gracias a Violeta, pude evitar esa exposición al público en un momento tremendamente delicado. No sé si habrá alguien en el entorno con tan poca empatía que pueda juzgar cuánto ha de durar el duelo, o la baja laboral asociada a ese duelo o al embarazo posterior. Si hay alguien que lo juzga, será sin duda alguien muy afortunado que no ha perdido un hijo, eso seguro.
El trabajo de duelo es un trabajo, intenso y agotador. A veces es como construir un castillo de naipes, un débil soplo lo puede derribar fácilmente.

Lo hermoso del duelo es la oportunidad que te da de volver a nacer y la gente hermosa, bella de verdad, que te encuentras en el camino.

 

 

10 comentarios

  1. Ay mi chica!
    A mí también me asalta la culpa de vez en cuando… mi hija estuvo sus 13 horas de vida en neonatos y no fui capaz de bajar a verla. Al menos el resto de la familia sí que la visitó; pero murió solita, de madrugada…

    De vez en cuando me asalta la culpa, que golpea como un martillo. ¿cómo fui capaz de dejar a mi hija sola? Pero entonces recuerdo las palabras de mi psicóloga: "no juzgues a la mujer que eras con la información que tienes ahora" y también "¿crees de verdad que tu hija te reprocha algo?, ¿que no se siente/sintió querida?"

    ¿Habría cambiado algo? Como estuvimos hablando en una reunión de Umamanita, nunca es suficiente: si estuviste 5 minutos, habrías querido 1/2 hora; si estuviste 1/2 hora, habrías querido estar 1 hora; si tomaste una foto, habrías querido tomar más; si tomaste muchas fotos, habrías querido hacer un vídeo… y así hasta el infinito.

    Porque nunca es suficiente. Porque no están y eso ya no lo cambia nada. Porque lo único que nos hubiera valido es que se obrara el milagro y no se hubieran ido, que fuera un error médico… Durante un tiempo estuve pensando que me llamarían del hospital diciendo que mi hija estaba bien, que se habían equivocado…

    En fin, nos queda quererles hasta el infinito, nos queda el amor. Ese no se va a ir nunca.

    1. Mi pelirroja favorita, miles de gracias por escribirme y recordarme lo que ya sabemos pero olvidamos en esos duros retrocesos del duelo. Tal y como dice la psicóloga, tal y como me dice la razón " No juzgues el pasado con los ojos del presente". Lo que fue, así fue. Ninguna culpa lo cambiará. Nos queda el amor. De ellos no llegan reproches, es verdad, sólo amor y paz.
      Un abrazo grande, grande

  2. Olivia estuvo sola físicamente, pero su corazón estaba lleno de ti. Fueron meses unidas física y anímicamente… Tú eres parte de ella, como ella lo es de ti, aunque no esté aquí.

    Me gustaría pedirte que, si es posible y te parece bien, nos cuentes cómo vivió tu marido el duelo. Los hombres también pierden algo, pero de manera distinta.

    Un abrazo fuerte!

    1. Así es, exactamente como dices, somos parte la una de la otra, indisolublemente. El tiempo que pasamos separadas me duele, el que tuvimos juntas me cura. EL contacto que sí le pude dar, el abrazo final, el mecerla y cantarle hasta su último suspiro, sus preciosos piececitos, sus manitas enroscadas en mis pulgares, cuánto amor, Olivia…
      Gracias por tus palabras.
      Y gracias por tu sugerencia, espero que pronto tengamos un invitado especial en el blog, el papá de Olivia y Violeta para contarlo en primera persona.

  3. Alicia, valiente, me siento tan tan identificada contigo… Elena también vino a conocernos y despedirse en Marzo, ahora hará un año, también estuvo en la UCIN durante diez escasos y eternos días…. Cierto es que esos días no puedes pensar con claridad, sólo piensas 'cuándo podré llevarmela a casa', y ahora es cuando llega el impotente sentimiento de culpabilidad y rabia de no haber estado más a su lado. Me encanta leerte, percibir esas ganas de vivir que yo aún no encuentro… Gracias Alicia por darnos a todas esta pizca de energía que necesitamos.
    Un abrazo enorme

  4. Alicia, valiente, me siento tan tan identificada contigo… Elena también vino a conocernos y despedirse en Marzo, ahora hará un año, también estuvo en la UCIN durante diez escasos y eternos días…. Cierto es que esos días no puedes pensar con claridad, sólo piensas 'cuándo podré llevarmela a casa', y ahora es cuando llega el impotente sentimiento de culpabilidad y rabia de no haber estado más a su lado. Me encanta leerte, percibir esas ganas de vivir que yo aún no encuentro… Gracias Alicia por darnos a todas esta pizca de energía que necesitamos.
    Un abrazo enorme

  5. Hola Isabel, cuánto siento que Elena no pudiera quedarse con vosotros y cómo entiendo vuestro sufrimiento. Hay momentos muy duros en torno a los aniversarios, pero siempre hay una mano amiga que apretar o un abrazo silencioso y cargado de significados que puede reconfortarnos. Lo importante es seguir avanzando y quedarse del lado de la vida, tal y como nuestros bebes amados estoy segura que desean. Tiempo al tiempo, mucha paciencia y mucho amor. Un abrazo y miles de gracias por tus palabras.

  6. Hola encontré tu blok de casualidad.yo también me paralice y hoy me arrepiento tanto ,pero veo que no sólo a mi me a pasado.gracias me as ayudado mucho

    1. Muchas gracias a ti por tomarte la molestia de comentar y compartir tu experiencia. Me alegra que te haya ayudado. A veces nos sentimos solos en nuestro dolor por ello es bueno saber que muchos hemos pasado por lo mismo. Un abrazo♡

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